Actividad física y educación al paciente en período posoperatorio de radiculopatía lumbar.

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Actividad física y educación al paciente en período posoperatorio de radiculopatía lumbar.

Departamento de Medicina Física & Rehabilitación, Manatí Medical Center, Manatí, Puerto Rico

Dirección de correspondencia del autor: Ariel Rivera Márquez, MD Departamento de Medicina Física & Rehabilitación, Manatí Medical Center, Urb. Atenas  Manatí, PR  00674.   Email: armmd2@gmail.com  Tel.:787-854-3700

Declaración financiera: El autor no ha sido financiado, becado o subvencionado por ninguna entidad pública o privada.  El autor no tiene conflicto de interés.

Resumen: 

     En años recientes han incrementado significativamente las cirugías lumbares sin instrumentación como tratamiento para disco herniado o atrapamiento de nervios. La literatura se ha enfocado mayormente en cómo mejorar los procedimientos quirúrgicos; sin embargo poco se ha dicho sobre el cuidado y manejo post-quirúrgico.  Existe una variedad significativa de recomendaciones que proveen los cirujanos acerca de las restricciones, actividad física y ejercicios.  La mayoría de estas restricciones están basadas en experiencias personales de su práctica y no en evidencia o datos científicos.  Revisiones de las investigaciones recientes, han concluido que los ejercicios y la terapia física post-quirúrgica pueden ayudar al paciente a regresar a su actividad física normal sin un aumento en re-herniación u otras complicaciones médicas.    

     El periodo post-quirúrgico hospitalario usualmente es uno muy corto y debe ser utilizado de manera ágil y eficaz en la revisión de los factores de riesgo, manejo de dolor y educación al paciente post-operado. La educación al paciente es una parte muy importante para el grupo médico y equipo multidisciplinario, la cual se debe considerar como parte del tratamiento.  Un paciente bien orientado se motiva a envolverse en el proceso de rehabilitación y recuperación hacia una vida funcional normal.

Introducción

     El dolor de espalda baja es uno de los mayores problemas mundiales de salud y socioeconómicos, frecuentemente asociados con incapacidad y ausentismo laboral.  Cuando el dolor está asociado con prolapso de disco, atrapamiento de nervio y estenosis del canal; el grado de incapacidad es mayor y la posibilidad de regresar a una actividad normal se torna más difícil. Esto es más evidente hoy día cuando la expectativa de vida es mayor, resultando en una población envejeciente que presentan discos degenerados con síntomas radiculares 1,2.  Ocasionalmente, estos pacientes requieren de procedimiento quirúrgico como la mejor opción para el manejo de su dolor.  Sin embargo, el gran desafío no es solamente el procedimiento quirúrgico, sino como llevar a ese paciente a una estabilidad física, social y emocional.  Es por eso, que un paciente con dolor lumbar severo, necesita ser evaluado tomando en consideración múltiples factores como: restricción de movilidad, disfunción músculo-esquelética, limitaciones en actividades de cuidado personal, impedimentos para realizar actividades del diario vivir o trabajar. Es por esta complejidad del paciente, que la cirugía para liberar un nervio no debe ser considerado como una meta; sino más bien como un buen comienzo en el proceso de recuperación. Un tratamiento exitoso debe ser considerado cuando un paciente pueda regresar a su previa actividad física lo antes posible.      

     En este artículo estaremos considerando procedimientos quirúrgicos en donde la cirugía lumbar por elección es de un solo nivel y sin instrumentación como: microdiscectomía, discectomía y descompresión de nervio por laminectomía.   Se estima que la tasa de éxito en cirugías por descompresión se encuentra entre 58-69%, y para la cirugía de discectomía del prolapso de disco es mayor alcanzando entre 65-90% 3,4.  Los síntomas residuales más comunes que necesitan ser evaluados y atendidos son: dolor, déficit motor, disminución en actividades funcionales y la incapacidad de reintegrarse al mundo laboral3

     A través de los años, la literatura e investigación han provisto vasta información sobre nuevas técnicas y procedimientos quirúrgicos lumbares, sin embargo poco se ha dicho sobre el cuidado y recomendaciones para el periodo postoperatorio. Existe una variación significativa para el manejo postquirúrgico y con cierto grado de incertidumbre debido a la limitada evidencia científica y falta de protocolos bien estandarizados 3,5. Revisaremos la literatura de investigaciones recientes que nos brinden información con evidencia científica de recomendaciones para el paciente al reintegrarse a su vida cotidiana.  

   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Manejo del dolor

     La analgesia luego de una cirugía lumbar depende del tipo de procedimiento, cronicidad de los síntomas y que tipo de analgésicos o narcóticos se utilizaban previo a la cirugía.  Pacientes que no usaban narcóticos antes de la cirugía, probablemente tampoco los requieran luego de un procedimiento mínimamente invasivo.  Los pacientes en uso crónico de altas dosis de narcóticos, probablemente requerirán dosis más altas en el proceso postoperatorio independientemente del procedimiento.   

     El manejo de la analgesia luego de una cirugía lumbar, debe incluir un narcótico parenteral y otro oral para usarse de acuerdo a la necesidad del paciente que pueden ser combinados con relajantes musculares y medicamentos no narcóticos 4,6. Un curso corto de medicamentos esteroidales vía oral o parenteral puede ayudar a mejorar los síntomas radiculares en la fase postquirúrgica aguda en pacientes que no tengan fusión lumbar.  Otra alternativa podría ser el Ketorolac intravenoso, que es un buen antiinflamatorio no esteroideo que también tiene efecto analgésico y puede ser utilizado en la fase post-operatoria.   Este debe ser utilizado con precaución en pacientes con enfermedades renales o problemas de coagulación y no se recomienda cuando hay fusión lumbar.

 

    

Al momento de ser dado de alta del hospital, el cirujano ordenará una combinación entre estas opciones de medicamentos orales que pueden incluir analgésicos narcóticos, no narcóticos, antinflamatorios y/o relajantes musculares.  Es sumamente importante, un buen control y manejo del dolor en los primeros días y semanas para que el paciente pueda comenzar a funcionar adecuadamente.  El paciente no debe esperar a que el dolor se salga de control y usar los medicamentos de acuerdo a la recomendación del médico.  La meta es un buen control de dolor para que el paciente pueda ser más activo en el día y pueda descansar bien en la noche.

 

Cuidado de la herida y prevención de infección

     De acuerdo a la North American Spine Society en la revisión de profilaxis de antibióticos para cirugía de columna vertebral 2013, la incidencia de infección del área quirúrgica es 0,7%-10%.  La incidencia esperada en pacientes sin comorbilidades se estima entre 0,7%-4,3% y para pacientes con comorbilidades es 2,0%-10% 7.  Las mejores prácticas en protocolos de antibióticos no han podido eliminar en un 100% las infecciones en el área quirúrgica 7.  El consenso para una cirugía simple de columna sin instrumentación, sin complicaciones y en un paciente sin comorbilidades es una sola dosis preoperatoria de antibiótico y una segunda dosis durante el procedimiento si fuera necesario 7,9 .  No hay evidencia adicional que apoye la utilización de antibióticos por más de 24 horas luego de la cirugía.  Los microorganismos más comunes que suelen infectar esta heridas son Staphylococcus aureus y Staphylococcus epidermis.  Los antibióticos más comúnmente utilizados son las cefalosporinas de primera generación, porque son activos en contra de los Staphylococcos, por su baja toxicidad, son económicos y tienen buena penetración en tejidos blandos y hueso.  No hay una evidencia clara que demuestre la superioridad de un agente antibiótico sobre otro como la droga más apropiada.  

     La prevención de infecciones debe ser una prioridad, por lo que el paciente debe ser orientado y educado en los signos tempranos de una infección.  La infección de una herida quirúrgica puede desarrollarse entre tres días hasta tres meses en el periodo postoperatorio.  Los signos y síntomas más comunes son dolor, aumento en eritema o enrojecimiento de los bordes de la herida, endurecimiento, supuraciones y fiebre. El paciente debe ser instruido de como cuidar su herida luego de una cirugía.  Una vez el paciente es dado de alta del hospital, la herida quirúrgica debe mantenerse limpia en todo momento.   Con las manos limpias y desinfectadas se comienza a cambiar  el vendaje diariamente luego del segundo día post operatorio. El paciente puede bañarse con la herida cubierta y evitar empaparse acostado en una bañera o tina.  La herida debe mantenerse cubierta la primera semana hasta que pare de drenar.  Evitar usar cremas o ungüentos en la herida.

 

Profilaxis para trombosis de vena profunda y embolia pulmonar.

     Los eventos tromboembólicos  venosos como embolia pulmonar (EP) y trombosis de vena profunda (TVP) no son muy comunes luego de una cirugía lumbar de un solo nivel sin instrumentación y el riesgo es bajo.  La incidencia de TVP luego de una cirugía de columna simple es 1,09% y el de embolia pulmonar es de 0,06% 10.  El problema es que cuando ocurre, puede ser fatal.  Un tratamiento de anticoagulación luego de una cirugía de columna, debe ser tomado con mucha precaución por el riesgo de hematoma epidural. Es por esto, que la profilaxis para el trombo-embolismo venoso debe ser una prioridad desde el proceso preoperatorio hasta luego del procedimiento.  La North American Spine Society ha hecho unas recomendaciones y guía clínicas anti-trombóticas para cirugías de columna 11.  El consenso para una cirugía electiva de columna de acceso posterior y un solo nivel, es el dispositivo mecánico de compresión en las extremidades inferiores.  Estos pueden ser medias de compresión anti-tromboembólicas hasta la altura del muslo y compresión neumática secuencial a la pantorrilla y el muslo.   Usualmente, en este tipo de procedimiento, la profilaxis química no es necesaria.  La profilaxis química no ha mostrado ser superior a la profilaxis mecánica y tiene mayor riesgo de sangrado.  El programa de profilaxis mecánica debe comenzar antes de la cirugía y continuará hasta que el paciente pueda salir de la cama y caminar11 .  Es por esto, una de las razones que el paciente debe movilizarse de la cama y caminar lo antes posible como método preventivo de tromboembolismo venoso.  El paciente debe ser orientado a salir de la cama regularmente.  

     La profilaxis química podría ser considerada en pacientes de alto riesgo como obesos, pacientes encamados, cirugías complicadas largas, malignidades, déficits neurológicos significativos y pacientes con problemas de hipercoagulación.  La utilización de profilaxis química y por cuanto tiempo usarlo, sigue siendo una controversia, por lo que cada paciente debe ser evaluado individualmente y considerar los riesgos de TVP versus los riesgos del tratamiento.  Entre las opciones más utilizadas se encuentra las heparinas de bajo peso molecular.  La profilaxis con esta heparina ha demostrado un riesgo bajo de hemorragias cuando se comienza a utilizar 24 a 36 horas luego de una cirugía de columna12.

 

Actividad física

     En el pasado, luego de una cirugía de la columna vertebral y varios días de hospitalización, el paciente era orientado a permanecer en descanso y evitar la actividad física o hacer fuerza hasta meses luego del procedimiento 5.  En la actualidad, tenemos procedimientos menos invasivos y hospitalizaciones más cortas que le permiten al paciente comenzar actividad física más temprano.  El problema sin embargo, es que existe una variedad significativa acerca de las restricciones recomendadas por los cirujanos y que usualmente carecen de evidencia científica que las apoye 3,5,14.  Existe muy poca evidencia de investigación que respalde cualquier restricción postoperatoria; sin embargo, si hay mucha evidencia que sugiere que la actividad física no es perjudicial luego de una cirugía lumbar de un solo nivel 2,5,15.  

     Una movilización temprana es importante, ya que mantiene el movimiento de los músculos, previene la pérdida de condición física, es buena profilaxis para tromboembolias y evita otras complicaciones postoperatorias.  La actividad física y el ejercicio tienen un efecto beneficioso en la curación del tejido de cicatrización, estimulando la síntesis de colágeno y organizándolas de manera paralela  a la dirección de las fuerzas 14.  El estudio de Cochrane sobre la rehabilitación luego de una cirugía de disco lumbar, revisó hasta el año 2013 múltiples estudios de ejercicios luego de una cirugía y en ninguno de ellos se encontró un aumento de incidencia de reoperación 16.  Ellos concluyen que regresar a la actividad física luego de una cirugía de disco lumbar, no aparenta ser perjudicial.   Ha sido bien establecido, luego de varias investigaciones, que no es necesario para el paciente mantenerse pasivo luego de una cirugía lumbar.  Levantar las restricciones postoperatorias luego de una discectomًia limitada, puede disminuir el periodo de ausencia por enfermedad sin aumentar complicaciones.   

     Un paciente debería estar fuera de la cama a varias horas luego de la cirugía, siempre tomando en consideración la extensión o complejidad del procedimiento.  Por ejemplo: una microdiscectomía donde la estructura de la columna vertebral está intacta, el disco operado residual es 90% normal y no hay cortes significativos de ligamentos o tendones 15, no tiene una disfunción espinal mayor y el paciente puede ser movilizado rápidamente.  Por otro lado, en cirugías complejas y extensas donde hay corte de ligamento, hueso y retracción del músculo multífidus prolongado, pueden causar un desgaste muscular que, en conjunto con el dolor de la herida, pueden limitar la movilidad inicialmente.  Particularmente, pacientes de mayor edad con laminectomías lumbares por estenosis de agujero neural, deben progresar más lentamente, pero frecuentemente son capaces de caminar el mismo día del procedimiento. 

     En las primeras dos semanas, el paciente debe caminar progresivamente dos veces al día dependiendo de su tolerancia.  Luego de la segunda semana hasta la sexta semana, puede comenzar el entrenamiento cardiovascular para desarrollar fuerza muscular y resistencia en  los pacientes con pobre condición física 17.   Caminar es el tipo de ejercicio aeróbico básico recomendado comenzando con 20 min/día y progresando hasta 60 min/día hasta completar el periodo de ocho semanas 16.    

 

Terapia física

     La rehabilitación a través del ejercicio y la actividad física es el manejo postquirúrgico que mejores resultados ha ofrecido luego de una discectomía lumbar.  En el pasado, tanto el ejercicio como actividad física, eran evitados o restringidos luego de una discectomía lumbar por el miedo de que se lesionaran, re-herniara el disco o para evitar inestabilidad de la columna vertebral 5,14.  Estudios recientes apoyan la idea, que eliminando las restricciones en la actividad física y recomendando ejercicios inmediatamente luego de una discectomía lumbar, permite una reintegración a la función normal más rápida sin incrementar la posibilidad de re-herniación 2,5,13,14,17.  

     Una revisión realizada sobre la rehabilitación luego de una cirugía de disco lumbar sugiere que, con toda la data obtenida hasta el día de hoy, los programas de ejercicios que comienzan de cuatro a seis semanas permiten una disminución más rápida de dolor y reducción de incapacidad versus no dar tratamiento.  También, se sugiere que los programas de ejercicios de alta intensidad son levemente mejores que los programas de baja intensidad en una disminución de dolor e incapacidad más rápida 13.

    Otra revisión sistemática y metanalisis fue realizada para la rehabilitación luego de una cirugía de estrechez del canal espinal, evaluando las laminectomías para liberar compresión de nervio 2.  En esta ocasión, incluyeron los procedimientos donde hay descompresión del nervio mediante remoción de exceso de hueso, ligamentos engrosados, material de disco degenerado y tejido fibroso. Ellos recomiendan que en estos pacientes, más que movilización y educación, se debe requerir terapia física.  La evidencia apoya la idea que una rehabilitación activa permite una disminución más rápida de dolor e incapacidad versus no dar tratamiento, y que mejora el estado funcional del paciente a corto y largo plazo 2.  La terapia física asiste en una mejoría del paciente a nivel funcional y que pueda regresar al mundo laboral más temprano 5.  El problema es que no existe un consenso sobre cual tipo de ejercicio es el mejor para establecer un protocolo estandarizado o si todo paciente necesita un programa de ejercicio 17. Hasta el momento, la mayoría de las investigaciones y pruebas se han concentrado mayormente en tratamientos que comienzan entre cuatro a seis semanas luego de la cirugía y todavía se necesita más investigación para el periodo inmediatamente postoperatorio.

     Luego de un procedimiento quirúrgico, un paciente puede llegar a experimentar una mejoría inmediata de los síntomas radiculares; sin embargo, la mejoría no se va a notar tan rápido en cuanto a función.   Hay que considerar, que en pacientes con dolor de espalda crónico, tienen cambios estructurales de la columna y músculos espinales que pueden ser agravados por el procedimiento 16.  Por ejemplo, se ha demostrado en múltiples pruebas el desgaste de los músculos paraespinales multífidus luego de una cirugía lumbar complicada.  Los estudios sugieren que esto está asociado con una peor prognosis y el síndrome de cirugía fallida de espalda 14,17.  En términos de la rehabilitación, los estudios revelan que ejercicios específicos para el músculo multífidus, no necesariamente es mejor que los ejercicios de tronco espinal generalizados en programas que se han comenzado tan rápido como a dos semanas luego de una discectomía.  Se ha encontrado que en los protocolos de ejercicios no específico para tronco, el paciente ha experimentado mejoría en la función del músculo multífidus lumbar, mejora capacidad funcional, dolor y síntomas radiculares 17.  Es por esto entonces, que se piensa que muchas de las quejas postoperatorias pueden ser el resultado de una pobre condición física en asociación con un desorden espinal crónico que es exacerbado por la inactividad impuesta por la propia cirugía 16,17.  Hasta el momento, no hay un consenso que indique que un programa de ejercicios específico es superior a otro, por lo que más investigación se necesita en esa dirección. 

     Una buena educación y un programa estructurado de ejercicios pueden mejorar no solo fortaleza y resistencia, sino también le permite al paciente reintegrarse a las actividades diarias más temprano, alivia la ansiedad  y promueve bienestar psicosocial 17.  Existe una variación significativa en el estado físico, mental, social y emocional entre los pacientes que necesitan ser considerados preferiblemente desde la fase preoperatoria y de manera individualizada.  Precisamente por esta gran variedad, es que no existe un consenso de cuando es el momento preciso de comenzar un programa de rehabilitación o que paciente va a requerir de terapia física.  Cada paciente debe ser evaluado y recomendado de manera individual, tomando en consideración sus particulares déficits y problemas.  Si tomamos por ejemplo, un paciente joven con un procedimiento mínimamente invasivo como la microdiscectomía con un daño estructural mínimo, posiblemente requerirá solo de una buena educación con recomendaciones de ejercicios.  Una persona de mayor edad con un procedimiento de descompresión de nervio, combinado con pobre condición física, deterioro neurológico y otras complicaciones médicas, necesitará de rehabilitación internado y/o una terapia física en clínicas ambulatorias de manera estructurada y supervisada.  Entre más crónica y severa sea la condición del paciente y con procedimientos más invasivos, mayor es la necesidad de una rehabilitación postoperatoria.   

     El programa de rehabilitación debe incluir una movilización temprana con entrenamiento de técnicas apropiadas, educación de la mecánica corporal, ergonomía, modificación de control motor y evaluación de equipo especial.  También, incluirá un programa de ejercicios de fortaleza de tronco, ejercicios de estabilización de espalda, movilización neural, y resistencia 16.  En un centro de rehabilitación hospitalario y ambulatorio, existen múltiples alternativas de ejercicios y modalidades que se pueden utilizar para alcanzar estas metas, incluyendo terapia acuática.  Toda esta educación al paciente y protocolos de ejercicios, deben ser evaluados antes y luego del procedimiento quirúrgico para que el paciente pueda ser parte de su recuperación con más confianza y menos miedo a la incertidumbre 5,16.   

 

De regreso al diario vivir

     La educación al paciente, tiene un rol muy importante en la fase del paciente hospitalizado y ambulatorio; sin embargo, una encuesta realizada sobre el manejo postoperatorio, demostró que solo el 73% incluía la orientación como parte del tratamiento hospitalario y 38% en el cuidado ambulatorio 14 .  La orientación a los pacientes debe ser de vital importancia en este proceso de recuperación luego de una cirugía lumbar, y debe ser considerado como una intervención por si misma 5,14.  Un paciente educado tiene más confianza en qué puede hacer, menos miedo para realizar actividad física y se envuelve en su proceso de recuperación.

     Como mencionamos anteriormente, existe una gran variedad en cuanto a las restricciones que se impone al paciente postoperado. De acuerdo a toda la nueva evidencia disponible, los centros que imponen mayores restricciones pueden estar apoyando conductas enfermizas que no son de ayuda y contribuyen a la incapacidad.  Para el año 2005, el Dr. G. Waddell desarrolló un folleto de educación al paciente basado en evidencia científica llamado “Your Back Operation” 14,15, el cual ha resultado de mucho éxito y de gran utilidad para su práctica.  Sus conclusiones y recomendaciones están basados en el hecho de que no hay evidencia para restringir la actividad en la etapa postoperatoria y que una activación temprana es parte importante de la recuperación del paciente.  El paciente precisamente tiene un papel protagónico en el proceso de rehabilitación y es muy importante que se responsabilize, retome y continúe con su rutina 15 .  El paciente debe ganar un nuevo impulso para regresar a su vida normal y progresivamente comenzar a realizar su cuidado personal y actividades del diario vivir, utilizando técnicas y mecánica corporal adecuada provista por el terapista físico. Una activación temprana para regresar a las actividades cotidianas produce un mayor alivio del dolor y le permite regresar al trabajo con mayor prontitud.  Actuar y tratar de comportarse de la manera más normal posible, le ayuda a ganar confianza en su espalda y en sí mismo.      

    Como regla general, se busca un balance entre mantenerse activo sin poner demasiada presión en la espalda. Debe mantenerse en movimiento a un paso tolerado y no quedarse en la misma posición por tiempo prolongado. Todos los días hacer un poco más y más rápido.  No se detenga en hacer las cosas, solo busque una manera cómoda para hacerlas.

     Manejar el auto:   Usualmente el manejar un vehículo es evitado en los primeros días luego de la cirugía, ya que la anestesia puede disminuir la velocidad de respuesta.  El paciente debe comenzar a manejar su auto cuando se sienta cómodo y confiado para operar el vehículo y realizar paradas de emergencia.  Evitar manejar el auto mientras esta bajo el efecto de medicamentos narcóticos.  En el caso de una laminectomía, este proceso puede tardar entre dos a tres semanas.  En la etapa inicial, se recomienda ajustar el soporte lumbar del asiento y hacer paradas cada media hora para levantarse y caminar por unos minutos antes de continuar 15.

     Actividad sexual:   Un paciente puede comenzar la actividad sexual cuando se sienta capaz de hacerlo 15.  Los pacientes encontraran ciertas posiciones más cómodas que otras como recostarse de espalda a la cama o de lado.  La comunicación con la pareja es de suma importancia para que puedan indicar las posiciones más cómodas versus las que producen molestias o dolor de la columna vertebral.

     Deportes:   Regresar a un deporte depende de la condición física del paciente previo al procedimiento, desgaste físico residual postoperatorio y déficit neurológicos.  El paciente debe ir incrementando el nivel de condición física gradualmente mediante ejercicio aeróbico como caminar y de fortaleza con ejercicios de tronco.  El paciente puede incrementar en tiempo y distancia durante varias semanas y pudiera considerar trotar a la décima semana.  Usualmente, los deportes de contacto como el baloncesto y fútbol, podrían comenzar luego de la décima semana para prevenir ser lastimados por otros jugadores.   

     Trabajo:   Luego de unas semanas, el paciente debe estar de regreso a la mayoría de las actividades básicas.  Usualmente, el regreso al trabajo está basado en la ocupación del paciente, tipo de cirugía y déficit neurológicos residuales.  La mayoría de las personas pueden regresan al trabajo entre dos a ocho semanas luego de la cirugía, pero en trabajos  pesados podría tomar más tiempo.  El paciente podría considerar comenzar más temprano con un acomodo razonable de trabajo liviano o a tiempo parcial en lo que se rehabilita.  Regresar al trabajo más temprano puede inducir a una recuperación más rápida y a un mejor resultado clínico 5,15.  Un paciente joven y saludable con un déficit neurológico mínimo, que haya sido sometido a una microdiscectomía lumbar, debería estar capacitado para regresar a su trabajo entre dos a cuatro semanas luego del procedimiento.  

 

Conclusión

La meta luego de un procedimiento exitoso, es que el paciente pueda regresar a una estabilidad social, física y emocional.  Los aspectos más importantes del cuidado inmediato postquirúrgico lumbar deben ser: movilización temprana y educación al paciente.  Una estadía corta en el hospital y movilización temprana evitan otras complicaciones médicas y le permiten al paciente regresar a su rutina lo antes posible.  Educación acerca de qué hacer y que puede esperar, le permite al paciente sentir una sensación de confianza para ser más proactivo en su proceso de recuperación sin el miedo o preocupación de lastimarse nuevamente.  Es importante discutir con el paciente expectativas realistas, como reconocer y manejar complicaciones y/o efectos secundarios adversos del procedimiento con material escrito o información cibernética.  Tener en cuenta que la terapia física puede ser una excelente herramienta para recomendar ejercicios, enseñar mecánica corporal adecuada y/o proveer un programa estructurado a pacientes con pobre condición física.  Se necesita más investigación en el futuro que pueda llegar a un consenso de guías claras de programa de ejercicio y determinar unos criterios de inclusión de a quién y cuándo comenzar el proceso de rehabilitación.    

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